El próximo 14 de junio conmemoramos el Día Mundial del Donante de Sangre, una fecha crucial para concientizar sobre una necesidad médica apremiante: la disponibilidad constante y suficiente de hemocomponentes. A nivel global, innumerables procedimientos médicos, desde cirugías mayores y tratamientos oncológicos hasta el manejo de anemias crónicas y emergencias obstétricas, dependen críticamente de las transfusiones sanguíneas. Sin embargo, la realidad es que la demanda de sangre supera con frecuencia la oferta.
En los Estados Unidos, por ejemplo, se estima que cada dos segundos alguien necesita una transfusión, lo que se traduce en la necesidad de miles de unidades diarias. A pesar de esta demanda constante, solo un pequeño porcentaje de la población elegible dona sangre regularmente, creando una brecha preocupante entre la necesidad y la disponibilidad (Myers & Collins, 2024).
Para el personal que labora incansablemente en los bancos de sangre y en diversas áreas afines, este día no es solo una celebración, sino también un recordatorio de la trascendental responsabilidad que compartimos en la garantía de un suministro sanguíneo seguro y suficiente para quienes más lo necesitan.
La transfusión de sangre se constituye como un pilar fundamental de la medicina moderna. Desde intervenciones quirúrgicas complejas y el manejo de traumatismos graves, hasta el soporte vital para pacientes con enfermedades crónicas y la lucha contra el cáncer, la disponibilidad de sangre segura es, literalmente, una línea de vida. Esta necesidad constante subraya una verdad ineludible: dependemos enteramente de la generosidad de los donantes voluntarios, ya que la sangre y sus componentes esenciales no pueden ser fabricados artificialmente (Myers & Collins, 2024).
Sin embargo, el panorama actual presenta desafíos significativos. Estudios recientes han evidenciado una preocupante disminución en las donaciones a nivel mundial, esta realidad nos exige redoblar esfuerzos no solo en la captación de nuevos donantes, sino, de manera crucial, en la retención de aquellos que ya han demostrado su compromiso con esta causa vital (Van Dongen, 2015).
La investigación científica nos ofrece valiosas perspectivas sobre las motivaciones y barreras que influyen en la decisión de donar sangre. Si bien el altruismo y la satisfacción de ayudar a otros son motores importantes, estudios sugieren que sentimientos de “calidez” o bienestar personal pueden ser predictores más fuertes de la conducta de donación (Van Dongen, 2015).
Por otro lado, barreras como la falta de información, la ansiedad ante el proceso, las experiencias adversas previas y la falta de tiempo percibida pueden disuadir a los donantes potenciales (Myers & Collins, 2024).
En este contexto, el rol del personal de salud de bancos de sangre y áreas afines se vuelve aún más crítico. No solo somos responsables de los aspectos técnicos y de seguridad de la donación y transfusión, sino que también desempeñamos un papel fundamental en la educación, la motivación y el cuidado de los donantes. Comprender las motivaciones y barreras es el primer paso para diseñar estrategias efectivas de captación y, especialmente, de retención (Padilla-Garrido et al., 2021).
La retención de donantes ofrece beneficios significativos en comparación con la captación constante de nuevos donantes. Los donantes recurrentes presentan un menor riesgo de infecciones transmisibles por transfusión y, a menudo, el proceso de evaluación médica es más sencillo y consume menos tiempo (A. van Dongen, 2015). Fomentar la continuidad en la donación pasa por crear experiencias positivas, abordar la ansiedad a través de la información y el apoyo, minimizar los eventos adversos mediante la aplicación de técnicas probadas (como la tensión muscular aplicada y la hidratación) y facilitar la planificación de futuras donaciones a través de recordatorios y sistemas de citas (Van Dongen, 2015; Myers & Collins, 2024).
Para la captación de nuevos donantes, especialmente entre los jóvenes, es esencial comprender sus canales de comunicación preferidos y adaptar los mensajes a sus motivaciones. Los estudiantes universitarios, por ejemplo, representan un grupo con un alto potencial de donación, y el correo electrónico y la mensajería instantánea se han identificado como medios efectivos para llegar a ellos (Padilla-Garrido et al., 2021).
La seguridad del suministro sanguíneo es una prioridad constante. Los rigurosos procesos de selección de donantes y las pruebas de detección de patógenos son fundamentales (Myers & Collins, 2024). Además, los avances en las tecnologías de reducción o inactivación de patógenos ofrecen una capa adicional de seguridad (Myers & Collins, 2024).
En este Día Mundial del Donante de Sangre, reafirmemos nuestro compromiso con la excelencia en cada etapa del proceso de donación y transfusión. Reconozcamos la generosidad de los donantes como el corazón de nuestro trabajo y esforcémonos por crear un entorno que los valore, los informe y los motive a seguir donando vida. Nuestra labor, informada por la evidencia científica y guiada por la empatía, es esencial para asegurar que cada paciente que necesite una transfusión reciba este regalo invaluable. Sigamos trabajando juntos para fortalecer los lazos entre donantes y receptores, porque en cada unidad de sangre donada reside la esperanza de una nueva oportunidad de vida.
Referencias:
- Myers, D. J., & Collins, R. A. (2024, October 7). Blood Donation. In StatPearls [Internet]. StatPearls Publishing. Available from:https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK525967/
- Padilla-Garrido, N., Fernández-Herrera, M. D., Aguado-Correa, F., & Rabadán-Martín, I. (2021). Motivators, barriers and communication channels for blood donation in relation to students at a university in Spain. Transfusion and Apheresis Science, 60(6), 103270. https://doi.org/10.1016/j.transci.2021.103270
- Van Dongen, A. (2015). Easy come, easy go. Retention of blood donors. Transfusion Medicine, 25(6), 365–369. https://doi.org/10.1111/tme.12249
