El ciclo menstrual depende de la interacción del eje hipotálamo–hipófisis–ovario (HHO), que lo regula a través de un delicado sistema de retroalimentación hormonal. Este proceso fisiológico comprende dos ciclos paralelos: el ovárico y el endometrial. El primero se divide en tres fases: folicular, ovulatoria y lútea; mientras que el segundo incluye las fases menstrual, proliferativa y secretora. De forma general, la fase folicular del ovario se relaciona con las fases menstrual y proliferativa del endometrio, y la fase lútea corresponde a la fase secretora (Thiyagarajan, Basit & Jeanmonod, 2022).
Durante la fase folicular, que puede durar entre 7 y 22 días, los niveles bajos de estradiol y progesterona estimulan la liberación de la hormona liberadora de gonadotropinas (GnRH, por sus siglas en inglés) desde el hipotálamo. Esta, a su vez, induce la secreción de hormona foliculoestimulante (FSH) y hormona luteinizante (LH) por parte de la adenohipófisis. La LH promueve la producción de andrógenos en las células de la teca del ovario, mientras que la FSH estimula a las células de la granulosa para convertir esos andrógenos en estradiol, además de favorecer la maduración del folículo dominante. Hacia el final de esta fase, este folículo produce cantidades crecientes de estradiol, lo que estimula la proliferación del revestimiento endometrial (Itriyeva, 2022).
La ovulación marca la ruptura del folículo maduro y la liberación del ovocito, dando inicio a la fase lútea, que dura aproximadamente 14 días. Durante esta fase, el folículo se transforma en cuerpo lúteo, el cual produce principalmente progesterona. Esta hormona es esencial para preparar el endometrio para una posible implantación, y también causa otros efectos, como el aumento de la temperatura basal y el espesamiento del moco cervical (Itriyeva, 2022).
Si no ocurre fecundación, el cuerpo lúteo se degenera (formando el cuerpo albicans) y los niveles hormonales de progesterona y estradiol disminuyen, lo que provoca la descamación del endometrio (menstruación) y el inicio de un nuevo ciclo menstrual (Itriyeva, 2022).
La comprensión detallada de estos procesos es fundamental en la práctica clínica, ya que las alteraciones en cualquiera de estas etapas o en el funcionamiento del eje HHO pueden dar lugar a trastornos menstruales, como ciclos irregulares, amenorrea o sangrados uterinos anormales (Itriyeva, 2022).
Dos ejemplos frecuentes de disfunción endocrina vinculada al ciclo menstrual son el hipotiroidismo y el síndrome de ovario poliquístico (SOP). A pesar de tener causas distintas, estas patologías comparten manifestaciones clínicas relacionadas con alteraciones ovulatorias. Se ha observado que el hipotiroidismo primario puede asociarse con un aumento del volumen ovárico y la formación de quistes. A su vez, las mujeres con SOP presentan con mayor frecuencia trastornos tiroideos en comparación con la población general (Saad, Threaf, & Tektook, 2023).
En el SOP, se ha descrito una alteración del eje HHO, caracterizada por una secreción anómala de GnRH. Esto genera un aumento relativo de LH con respecto a FSH, lo que se relaciona con un mecanismo de retroalimentación alterado, mediado por los estrógenos ováricos. Mientras que en mujeres sanas la proporción LH/FSH se mantiene generalmente 1:1, en pacientes con SOP esta puede elevarse hasta 2:1 o superior. Esta alteración hormonal interfiere con el desarrollo folicular normal, afectando la ovulación (Saad, Threaf, & Tektook, 2023).
Por otro lado, se ha sugerido que una secreción anormal de FSH y LH en mujeres que presentan un aumento insuficiente de progesterona durante la fase lútea podría contribuir a un desarrollo deficiente del folículo y a un mal funcionamiento del cuerpo lúteo. En estos casos, es común recurrir a la medición de los niveles plasmáticos de estradiol y progesterona en momentos específicos del ciclo menstrual, con el fin de identificar anovulación o disfunciones ovulatorias, especialmente en pacientes que enfrentan problemas de infertilidad o abortos recurrentes (Sharma et al., 2023).
En el contexto de la transición menopáusica, conocer el comportamiento hormonal del ciclo menstrual también es esencial. La menopausia se diagnostica clínicamente tras 12 meses consecutivos de amenorrea sin otra causa aparente, generalmente alrededor de los 51 años y no requiere de pruebas adicionales para su diagnóstico. No obstante, la medición de FSH puede ser útil en mujeres entre los 40 y 45 años con síntomas menopáusicos y alteraciones menstruales, o en mujeres menores de 40 años ante la sospecha de una insuficiencia ovárica prematura (Fernández Durán, Castedo Verdura & Alurralde Saavedra, 2023).
En condiciones como la Pubertad Precoz Central (PPC), caracterizada por una activación temprana del HHO y de los órganos reproductivos, se produce un desarrollo anticipado de las características sexuales secundarias. Estas alteraciones endocrinas no solo afectan la función reproductiva, sino que también pueden provocar un crecimiento esquelético acelerado, así como dificultades psicológicas y conductuales. Esta condición puede diagnosticarse mediante pruebas de estimulación con GnRH, evaluando especialmente los picos de LH como indicadores clave (Wang et al., 2025).
Entender las complejidades del ciclo menstrual permite a los profesionales de la salud abordar con mayor precisión trastornos del desarrollo sexual, infertilidad, alteraciones menstruales y transiciones como la menopausia. Una evaluación adecuada de los patrones hormonales mejora los diagnósticos, guía los tratamientos y optimiza los resultados clínicos, impactando positivamente en la salud y calidad de vida de las mujeres (Thiyagarajan, Basit & Jeanmonod, 2022).
Referencias Bibliográficas
- Fernández Durán, D. R., Castedo Verdura, R. L., & Alurralde Saavedra, H. I. (2023). Capítulo II Menopausia. Definición, clasificación y diagnóstico. Revista Costarricense de Cardiología, 25(1), 12‑13.Itriyeva, K. (2022). The normal menstrual cycle. Current Problems in Pediatric and Adolescent Health Care, 52(5), 101183. https://doi.org/10.1016/j.cppeds.2022.101183
- Saad, K. A., Threaf, M. F., & Tektook, N. K. (2023). Determine levels of estradiol, follicle‑stimulating hormone, luteinizing hormone, anti‑FSH, and anti‑LH in thyroiditis and polycystic ovarian syndrome (comparison study). Al‑Nisour Journal for Medical Sciences, 5(1), 25‑33. https://doi.org/10.70492/2664-0554.1091
- Sharma, N., Meena, J. K., Tabiyad, D., Bhardwaj, S., Jaiswal, S., & Mehta, S. (2023). Role of serum estradiol and progesterone in assessment of ovulatory function in infertile women. International Journal of Reproduction, Contraception, Obstetrics and Gynecology, 12(8), 2257–2261. https://doi.org/10.18203/2320-1770.ijrcog20230805
- Thiyagarajan, D. K., Basit, H., & Jeanmonod, R. (2022). Physiology, menstrual cycle. StatPearls. Treasure Island, FL: StatPearls Publishing. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK500020/
- Wang, Q., Wu, D., Zeng, Q., Ban, C., Wang, L., & Lv, X. (2025). Diagnostic value of single LH and LH/FSH ratio at 60‑minute after GnRHa stimulation test for central precocious puberty. Indian Journal of Pediatrics, 92(6), 853‑859. https://doi.org/10.1007/s12098-024-05137-7





